lunes, 1 de noviembre de 2010

Capítulo 5

Capítulo 5
Cuando me desperté, estaba sentada en un banco. Tenía la cabeza apoyada en el pecho de Pablo mientras él me acariciaba el pelo, sacándomelo de la cara. Notaba su respiración, su aliento, que olía a chicle de menta. Y no podía
quitar los ojos de su boca. Esa boca que Diana había besado. Esa boca que yo había rechazado.
-¿Estás bien?
- No, no estoy bien. Joder… me duele la muñeca, y la cabeza… y todo. ¿Qué me
ha pasado?
-Te llame y te pusiste a correr como una loca, luego te mareaste y vi como te caías, llegué justo a tiempo para sostenerte, pero creo que te cogí mal la mano y te hice daño. ¿Te desmayas muy a menudo o es solo al verme?
-No te importa el motivo. Me voy a mi casa. –Dije mientras me levantaba despacio del banco, no quería volverme a caer.
-Joder, que mal humor. Aun encima que te ayudo y me tratas así.
-Pues por mí no te preocupes, preocúpate de Diana.
-¿Estás celosa?
-¿Yo? Estaría celosa si me importases, pero es que todo tú me la suda.
-Sí, eso ya lo sé. Podrías haberte ahorrado todo el paripé que me montaste y haberme dicho que ya eras la chica de colección de ese amiguito tuyo.
¡No me lo podía creer! ¿Pablo pensaba que tenía algo con Rodrigo? Podría decirle que eso no era verdad, desmentírselo, pero ¿qué más daba? Probablemente no me creería, además, él ya tenía a la tonta de Diana, así que por mí, podían ser felices y demás chorradas. Mierda. ¿A quién pretendía engañar? En realidad quería que Diana le pusiera los cuernos y que Pablo se liara conmigo, que no duraran nada, que se odiaran. Joder, ¿qué me pasaba? Parezco tonta, como si me importase que estuviesen juntos o no. Eso me da exactamente igual, Pablo es un creído y un flipado que conoces de hace dos días y que aun encima no aguantas y Diana… es la petarda de Diana. Intentaba convencerme de eso, de que me daba igual lo que pasara entre ellos. No me apetecía seguir mirando los ojos de Pablo, ni su boca, su sonrisa, o su cuello. Hasta ahora, no me había fijado en su cuello. Era el típico cuello que te apetece morder y besar como si nunca más lo volvieras a hacer. Dios… Tenía que reconocer que Pablo estaba muy, pero que muy bien, tenía algo que le hacía encantador.
-Déjame en paz. Me voy a casa.
-Te acompaño. –Dijo mientras se levantaba del banco
-No hace falta. Se ir sola a mi casa.
-Pero tengo miedo de que te vuelvas a desmayar o algo así. Te acompaño digas lo que digas.
-Vale, pero iré escuchando música, así que no te hare nada de caso.
Saqué mi Ipod y me puse a escuchar “Tal como eres” de El Canto del Loco. Me puse a cantar de nuevo, por segunda vez, Pablo me escuchaba cantar. “Y pensando que sinceramente te quiero así, tal como eres y como se, que lo que haces te hace feliz, tal como eres.” Me di cuenta de que Pablo me miraba, me quité los cascos
-Cantas muy bien, Lorena. Además esa canción es muy bonita.
-Gracias. Hemos llegado. Ya puedes irte a donde quieras, has cumplido.
-Princesa, tienes una opinión equivocada de mí. No soy como crees. Hasta mañana.
Me guiño un ojo y se marchó. Entré en mi casa. Hoy, mi madre tampoco comería conmigo. Mejor, comí unas pocas cucharadas de sopa y el resto lo tire a la basura. Los filetes ni los probé. Sabía que el desmayo era debido a no comer, pero hoy fue un día horrible y no tenía ganas de comer.
Decidí darme una ducha para relajarme y no pensar en nada ni en nadie. Fue imposible. Pablo no salía de mi mente. Pensé en Rodri, en que si que era guapo y comparándolo con Pablo, él era mucho mejor chico. Aun así, Pablo seguía en mis pensamientos. Aún podía escuchar su voz cuando me llama princesa. Salí del baño relajante, que había sido un completo fracaso porque no me sirvió para quitarme todos esos estúpidos pensamientos sobre Pablo. Me conecté un poco al tuenti. Pablo tenía un comentario de la petarda de Diana. Algo me dijo que lo mirara. No me lo podía creer. Pablo acababa de poner un tablón con la canción que había cantado hace un rato. Por unos instantes pensé que me la dedicaba a mí. ¡Qué tonta soy! Debajo de la canción ponía “Desde que te vi, quise estar a tu lado” estaba claro que iba dirigido a Diana. Además, ella acababa de dejar un comentario agradeciéndole la canción. Sí, estaba claro que era para ella.
¿Pero por qué me importaba tanto que estuvieran juntos? Yo fui la que rechazó a Pablo, así que él no me impota. Serían mis hormonas, que están revolucionadas, como dice Silvia, a esta edad, parece que las que dominan son siempre las hormonas y no la mente. Volvía mirar su tablón y al ver, otra vez, el comentario de Diana me puse a llorar. Bajé a la cocina y busqué algo de comer. Chocolate. Eso siempre me servía. Me comí una tableta y media de chocolate. Ostia, ¿quería adelgazar y me ponía a comer chocolate? Me sentí gorda. Sé que no lo estoy, pero dos días comiendo así y lo estaré. Fui al baño e intenté vomitarlo. No se me daba bien hacer esto. Cuando de pequeña estaba enferma e intentaba vomitar, nunca me salía y lloraba por el esfuerzo. Venga Lore, puedes hacerlo. Me dije a mi misma. Lo intentas una vez más y si no puedes lo dejas. Lo volvía a intentar y esta vez funcionó. Me limpié y limpie el baño para no dejar rastros.
El resto de la tarde se pasó lentamente. Entre películas, tuenti y deberes… Legó mi madre y me obligó a cenar. Por suerte, si me pasaba con la cena, sabía lo que tenía que hacer.

2 comentarios:

  1. jo, solo te tocan a ti los capis bonitos!! yo quiero unooo :'( llegará un dia en el que los pares triunfen jajaja

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  2. Waaa k fuerte!!! Ahora bulimica ¬¬

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