lunes, 27 de diciembre de 2010

Capítulo 9

Capítulo 9
No quería hacer nada. No me apetecía. Acabaron las clases y me fui corriendo a casa. Me hinché a comer patatas y chocolate. Notaba como la comida se acumulaba en mi cuerpo. Tenía que expulsarla. Cada vez me resultaba más fácil hacerlo, aunque aún me costaba un poco. No me apetecía hacer nada. Me marché a mi habitación y me encerré. Joder. ¿Desde cuándo conocía a Pablo? No había pasado ni dos semanas desde que nos conocimos y lo amaba, no podía negar lo que sentía. No a mí misma. Nunca me sentí a si por ningún chico. No hice nada en toda la tarde. No cené nada. Me metí en la cama sobre las 10 de la noche. Le dije a mi madre que me encontraba mal y no me hizo cenar nada. Al día siguiente al despertarme seguía enfadada con todos: con el mundo, con mi madre, con mis amigas, con Pablo pero sobretodo, conmigo misma. Nada más salir de casa me encontré con una carta situada en las escaleras. La cogí y la leí:
“Princesa, te necesito. Haré todo lo que haga falta para que me perdones por mi comportamiento estúpido y para que estemos juntos por siempre. Princesa, te quiero”
Definitivamente era de Pablo. No sabía si quería verle. ¿A quién quiero mentir? Obvio que lo quiero ver, abrazarlo, versarle, decirle que le quiero y que siempre estaremos juntos… pero no quería que esto fuera como una montaña rusa, un día estar bien y al siguiente fatal. Llegué a clase y en mi mesa había algo escrito. Me acerqué a leerlo pensando que sería una de las bromitas de Marcos. ¡Cuánto me equivoque! Era algo muy bonito. Una canción que me encantaba.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches quiero darte
Contarte como me ha ido en el trabajo y aburrirte
Cenar viendo una peli sin rencores por besarte
y hacerte luego el amor tantas veces como aguante.
Firmarnos de alegría sin papeles de por medio
Discutir seguidamente y encontrar siempre el remedio
Mirarnos a los ojos cada uno es un extremo
El mar y el cielo convirtiendo el mundo en nuestro
Despellejar toda tu ropa, mi objetivo, tu desnudo
Bromear mordiéndote en la mejilla del culo
Observarte a mi lado y examinar todas tus curvas
Seguidamente el saboreo de toda tu carne cruda
Sin dudar mis sentimientos querernos hasta ancianos
Saciarnos con placeres despacito y con amor
Con esfuerzo incomparable sin parar y sin cansarnos
Las sábanas son olas movidas por Poseidón
Llevarte al cine los domingos, recorrer España en moto
Tener que levantarme pronto y reparar los cuadros rotos
Un beso nuestro es un regalo entre nosotros y privado
Me encanta decirte esta frase y es que estoy enamorado
Cada día te echo en falta entre las sábanas y almohadas
Das razones a mi vida y sin ti ya no encuentro nada
He llorado por nosotros aunque tú no me hayas visto
Tantas lágrimas perdidas entre polvo de mi piso
Lo que Dios quiso, que no lo separe el hombre
Quiero volver a discutir tener un hijo igual el nombre
Solo quiero ser feliz y que lo seas junto a mi
Pedirte un día el matrimonio y sin dudar digas que si
Eres mi musa, mi cuestión, mi razón ¿y que soy yo?
Comparable con mi vida no se vivir sin corazón
Y la razón de esta canción ni la encuentro ni la busco
Sin intención de reconquista veinte mares los que surco
Como meses a tu lado más pecados que interfieren
Siento haber sido un humano al que las situaciones hieren
Me desvivo por tu aliento en la nuca o bien mi boca
Despellejando tantas rosas y dejar la flora rota
La fauna hambrienta, el hambre atienta
Inspírame cuando la mente esté sedienta
Pero los días alientan, contentan al esclavo
Que no escarmienta y sigue queriendo un buen bocado
Te echo de menos princesa.
Era una canción de Pol 3.14 y me hizo llorar. Me encantaba esta canción. Era un detalle que nadie había hecho por mí. Era una tontería, pero una tontería muy bonita. El profesor entró en clase pero Pablo no apareció en ningún momento. Recibí un sms. Era de Pablo. “PERDONAME. Te gsto la canción d la msa? Djame hcerte 1 princesa. Djame hcerte mi princesa” No entendía por qué Pablo no estaba en clase. ¿Dónde estaba? Pensé todo el día en él. No sabía si perdonarle o no. Quería perdonarlo pero… Terminaron las clases y tenía que ir a casa. Salí y en la pared del patio había un grafiti. “Quiero estar contigo toda la vida, perdóname. Princesa, lo eres todo” Otra vez Pablo. Quería verle. Cada detalle: la carta, la mesa, el grafiti… me hacía feliz. Sabía lo que quería. Sabía lo que haría.
Llegué a mi casa y en el suelo había una corona de princesa con otra carta:
“Eres mi princesa. Quiero construir un mundo en el que tú seas el centro y yo sea el satélite que gira alrededor de ti. Tú serás la princesa de ese mundo. Tú eres la princesa de mi mundo. En mi mundo solo existimos tú y yo, somos felices. Te quiero, me quieres. Todo es perfecto. Esto es lo que haces tú en mi vida. Haces de mi vida un mundo perfecto. Por favor, perdóname y dame otra oportunidad. No te fallaré. Te espero en la plaza donde te vi por primera vez. A las 5:30 estaré allí. Si no vienes, te dejaré en paz. Prometido.”
Nunca pensé que Pablo hiciera todo esto por mí. Él era el guaperas, el chulito, el chico que va de duro, que no le importa nada ni nadie. Lo hizo todo por mí. Le importaba. Me quería. Creo que tenía razón cuando me dijo que me equivocaba con él. Entré en casa. Tenía que ducharme, prepararme y “comer” un poco. Nunca había estado tan nerviosa. No podía quitarme la estúpida sonrisa boba que tenía en mi cara. Eran las 5:15 cuando salí de casa, no quería llegar tarde. Llegue pero no había nadie.
Fui al banco a esperarle. Otra carta y un mechero. Era imposible no quererle.
“Este es mi mechero. El mechero con el que encendí todos tus cigarros. Ahora es tuyo”
Observé el mechero. Era normal, de color blanco, pero Pablo había escrito algo en el con un permanente negro. “Te quiero” ¡Que mono! Alcé la vista y vi que una niña pequeña, rubia se acercaba con una rosa roja en la mano.
-Princesa, esta roja es para ti. Es pura y a la vez sexy, como tú –dijo la pequeña.
-¿Para mí?
-Sí. Un chico me mandó dártela. Oye, ¿de verdad eres una princesa?
-Sí. Lo es. Es la princesa de mi vida. De mi mundo. –Pablo rodeó mi cintura con sus fuertes brazos y me besó el cuello.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 8

Pablo sonrió mientras se acercaba lentamente a mi boca, con cautela por si volvía a rechazarle. Pero esta vez no pude rechazarle. ¿Cómo iba a rechazar a la persona que siempre estaba ahí cuando estaba en peligro? Nos besamos lentamente. Deseé que ese beso fuese eterno pero apenas duró.
-¡Ah! ¡Me duele la herida! - Era verdad, Pablo aún seguía sangrando del labio-. Pero si me besas así otra vez creo que esto se cura en segundos…
Volvió a sonreírme de esa forma que me gustaba tanto y me hacíasoñar. Le besé, lentamente, con cuidado, sintiendo como todos los problemas se alejaban de mí, notando sus manos en mis mejillas y mis manos tocando su suave pelo…
Me fijé en la plaza en la que estábamos. Era la plaza donde le conocí, en el banco donde le vi por primera vez. Pablo me miró a los ojos. Yo estaba temblando. Había sido el momento más perfecto de mi vida.
-Hace frío princesa. ¿Vamos a casa, vale? Demasiadas emociones juntas hoy…
Le sonreí. Me volvió a besar tiernamente y fuimos hacia mi casa abrazados. Al llegar a la puerta me besó de nuevo.
Aún no me acostumbraba a aquello pero me encantaba sentir el roce de
sus labios. Subí a mi habitación y me metí en la cama, no podía dormir, sólo podía pensar en él.
A la mañana siguiente me despertó un sms. Cogí el móvil y vi que ponía: “Princesa.. kiero vert!! Te exo d -! Pueds kdar?” Era Pablo. Yo también quería verle, quería besarle y abrazarle. Mierda, hoy no podía quedar con él. Había prometido a mi madre que me quedaría a recoger mi cuarto, y tal y como estaba mi habitación supe que estaría todo el día ahí encerrada.
“Pablo! Lo sient mxo xo hoy no puedo… Lo siento! Mñn nos vems ok? Yo tambn t exo d -!”
El día fue muy aburrido. Recoge esto, recoge aquello… Pablo no salía de mi mente pero eso ahora ya no era un problema. Ya estaba con él. Mierda, ¿Qué
se suponía que éramos Pablo y yo? ¿Amigos? ¿Novios? Él me echaba de
menos, eso era lo único importante. Mañana aclararía las cosas con él.
Al día siguiente me desperté pronto. Quería llegar de las primeras a clase para poder aclarar las cosas con Pablo. No desayuné nada,  me puse un
pantalón vaquero, las converse y una de mis camisetas favoritas y salí
corriendo de casa.Llegué a clase per Pablo aún no había llegado. Apareció
Rodri y me dijo que quería hablar conmigo asique me fui a dar una vuelta
por el instituto con él, pero antes mande un sms a Pablo. “Pablo,
avisam cuand llegues a clase! Qiero vert ya! =)”
Cuando Rodri y yo estuvimos a solas me dijo:
-Lore, desde hace tiempo quiero decirte algo pero nunca me he atrevido.
-Bueno, tranquilo. Dime.
Rodri se quedó mirándome unos segundos y me besó. Yo no pude hacer nada por detenerlo pero me aparté lo antes posible.
- Rodri, ¿se puede saber lo que estás haciendo?
-Lore, estoy enamorado de ti, desde siempre.
-Rodri… yo… yo quiero a Pablo y quiero intentarlo con él. Lo siento.ç
¿Quiero a Pablo? ¿Ya lo había reconocido? Sí, sin darme cuenta había reconocido que le quería, aunque era más que obvio. Fui a clase para intentar ver a Pablo. Allí estaba él. Realmente guapo, perfecto.
-Pablo, tenía ganas de verte.
-¿Sí? No lo parece…
¿Qué le pasaba ahora?
-Pablo, sabes que sí que quería verte… lo del sábado…
-Lo del sábado fue una estupidez, Lorena. Tú estabas mal y yo sólo intentaba animarte, nada más.
¿Nada más? ¿Cómo que nada más? Para mí sí que había sido algo más. Quería llorar, quería comer hasta reventar, pero me contuve, él no iba a conseguir hacerme llorar. Entró el profesor y me senté en mi sitio. No presté atención a nada de lo que decía, en mi mente sólo se repetía una cosa: Pablo, Pablo,
Pablo…
Salí al recreo y les dije a mis amigas que prefería estar un rato sola, necesitaba llorar. Me senté en un banco que daba a la parte de atrás del instituto. Allí no solía ir nadie. Me puse a llorar. No podía entender a Pablo. Un día parecía que me quería y que me echaba de menos, y al día siguiente que sólo me besó por lástima. Le odiaba, le odiaba más que nunca; y le quería, le quería más que a nadie.
-Lore…
Joder, el imbécil de Pablo.
-¿Qué coño quieres? ¿También te doy pena ahora y me vas a besar? Vete a
la mierda ¿vale? Eres un cabrón. ¿Por qué me mandaste luego el sms
diciendo que me echabas de menos? Eres un cabrón, eres un cabrón Pablo y
yo soy gilipollas por pensar que sentías algo por mí.
-¿Yo soy un cabrón? ¡Al menos yo no juego a dos bandas! Si te besé no fue
por lástima, eso lo he dicho porque estaba enfadado. Te besé porque
quiero estar contigo, pero parece que tú quieres estar con tu amiguito…
así que deja de insultarme porque yo al menos no te he mentido.- Le
odiaba, si no fuese porque tenía ganas de besarle juro que le hubiese
matado en ese mismo instante con mis manos.
-¿Con Rodri? ¡Tú eres gilipollas! Yo quiero estar contigo, él sólo es mi
amigo.
-¿Tu amigo? Vaya, pues que bien tratas a tus amigos… metiéndoles la
lengua hasta la campanilla…
- ¿Pero qué estás diciendo?
-Joder tía, ¡que ya sé lo de esta mañana! Deja de hacerte la tontita, ¡coño!
-¿Lo de esta mañana? ¿Quieres saber que ha pasado esta mañana? Que Rodri
me ha dicho que me quiere, me ha besado y me he apartado en cuanto he
podido… y le he dicho que sólo quiero estar contigo…
Todo volvía a salir mal. Me fui a clase, ya era tarde. Pablo tardó diez minutos más y se inventó una excusa penosa para justificarse. Se sentó y me mandó un
sms: “Ncesito hblar cntigo. PERDONAME. Dsd k te vi kise star cntigo! No aguant ni un solo segund + sin ti. Perdoname!” No, no iba a perdonarle. Estaba harta, lo nuestro nunca podría funcionar.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Capítulo 7

Capítulo 7
Las siguientes clases las pase mirándole, sonriéndole y pensando en él. Sabía que esto no estaba bien. No podía enamorarme del típico chulito que se lleva a todas de calle y tiene, como mínimo, una novia por semana. Aunque algo en mi interior me decía que le diera una oportunidad, que lo conociera más de fondo. Hoy fue sincero cuando me contó el por qué había venido a vivir aquí. Sentía curiosidad por saber por qué no quería hablar de su padre, pero no le iba a obligar a contármelo. Estaba empezando a pensar que su pose de tío duro y chulo era pura apariencia y que detrás de esa mascara se escondía un chico sensible y romántico. Sonó el timbre. Tocaba recreo. Alba se acercó a Yaiza, a Rebe, a Silvia y a mí y nos dio un papelito a cada una. “El sábado hay fiesta en mi casa. A las 18:00 h”. Observé como seguía dando papeles a la gente. Le dio uno a Pablo. Sabía que Pablo iría. Tenía que convencer a las chicas para ir. La verdad es que fue muy fácil, ellas querían ir.
El resto del día fue normal. Clases, como siempre, aburridas, sonrisas con Pablo en medio de la clase, mi madre obligándome a comer demasiado. Total, tuve que volver a practicar mi “estrategia” para librarme de tanta comida.
Por la tarde, quedé con Silvia. Hacía tiempo que no quedábamos y teníamos uno de esos días de cotilleos, pelis bobas… Hablamos de mil estupideces, nos reímos con las paridas que hicimos hace tiempo y con las que hicimos hoy. Y por supuesto, no falto el tema de Pablo
-Reconócelo, Lore, te gusta Pablo.
-¿Cómo me va a gustar Pablo? Es un chulo y un creído, y ya aprendí la lección cuando estuve con su primo.
-Pero con él es diferente. Y tú lo sabes. A mí no me puedes engañar, recuerda que te conozco demasiado como para saber si mientes o dices la verdad.
-¿Se nota mucho? –pregunté, rindiéndome.
-A ver, pones cara tonta cuando lo ves, te quedas embobada mirándolo, sonríes cuando te mira, si está cerca también sonríes… y tus ojos brillan si alguien lo nombra, o si tu lo nombras.
-Joder, ni siquiera sé como ocurrió. Él es estúpido, chulo, creído, es como su primo. Me cae mal… me caía mal… Pero me vuelve loca. A veces es tan dulce, otras tan gilipollas. ¿Cómo voy a saber lo que siento si estoy hecha un completo lio? Mira, cuando él está cerca quiero ir allí y besarle, pero odio que utilice conmigo “princesa” con eso tono posesivo. No soy nada de él, aunque no sé si eso es bueno o malo, si quiero ser o no quiero ser nada de él. No sé si le quiero, si le odio, lo único que sé es que no consigo que se vaya de mis pensamientos.
-Si quieres mi más humilde opinión, creo que estás enamorada de él. Y que lo estás desde el primer momento en que lo viste.
No sabía que pensar. ¿Me estaba enamorando de Pablo? ¿Tenía razón Silvia? ¿Se estaba equivocando y no era cierto? En realidad, no tenía ni la más mínima idea de nada. Pero no debía enamorarme de él. Me alejaría de él. Eso es lo mejor para todos, alejarme de él.
Los dos días siguientes lo evitaba en clases, salía corriendo para que no me acompañara a casa. Pero… en la fiesta lo tendría que ver. Eso no lo podía evitar.
Al final, el sábado llegó, y con él la fiesta. Me desperté bastante tarde. Me di una ducha relajada, comí un poco, me deshice de la grasa que me habían obligado a comer… Me puse mis pitillos negros, una camiseta larga con un escote de infarto, también negra, y unos botines grises que tenían un poco de tacón y prácticamente eran nuevos. Me maquillé un poco, pintándome los ojos con unas sombras negras difuminándola, dando un toque negro por abajo y gris un poco más arriba, eso lograba que mis ojos, que también eran negros, adquirieran una gran profundidad. La verdad es que estaba genial. Fui a donde habíamos quedado las chicas y yo, ya que habíamos decidido ir juntas.
Marcos, Diana y el resto del grupito de las “super guay”, un montón de gente que no conocía de nada… Todos estaban en la fiesta. Todos menos Pablo. ¿Dónde estaba Pablo? En la fiesta no estaba, no aparecía por ningún lado. La cuestión es que hago yo buscándolo. Había decidido alejarme de él, así que no me importaba si está o no en la fiesta. Decidí dejar mi abrigo y mi bolso en la habitación que nos había mencionado Alba y ya de paso coger algo de ver. Había algunos que ya llevaban varias copas de más, pero yo seguía mirando toda la sala en busca de Pablo. No podía evitarlo. Nada, no aparecía. Volví con mis amigas y de repente apareció.
-Lore quiero hablar cinco minutos contigo. –Me dijo Pablo agarrándome con cariño de la mano.
-Perdóname, pero ahora no puedo. –Yo seguí bailando con Rebe.
-Voy un momento al baño. Vengo enseguida. –Odiaba a Rebe. ¿No puede escoger otro momento para ir al baño?
-Por favor, Lore, deja de esquivarme. Me estoy volviendo loco. Un día va todo bien y al siguiente me esquivas, parece que te doy asco… Desde que nos conocimos te he pedido perdón millones de veces, reconozco que algunas veces la cagé muchísimo, pero… ¿ahora? ¿Qué se supone que hice ahora? Ahora, y tú lo sabes, no te hice nada. Princesa, no me trates así.
-Pablo, respétame. No quiero hablar contigo.
Me fui de allí, dejando a Pablo en medio de la sala, mirándome. Cada día estaba más guapo, cada día su voz me llamaba más la atención, sus ojos, su pelo negro, sus labios, da día me gustaba más. Él, era simplemente él. Me fui a una habitación vacio y me senté en la cama. No pude evitar que de mis ojos brotaran más y más lágrimas. Era inevitable. Alguien abrió la puerta. Marcos. Pensé que cogería algo y se largaría.
-Pero que guapa estás… ¿Qué haces llorando? Deja que te anime, preciosa.
Se acercó a mí. Me intentó besar. Me aparté como pude. Note su olor. Olía a alcohol, estaba borracho. Intenté que no me besara, pero me agarró fuertemente de las muñecas y me tumbo en la cama. Comenzó a besarme por el cuello mientras su mano recorría mi camiseta y acariciaba mi tripa
-¡Quita, ostia! ¡Marcos, para!
Era muy fuerte. No podía hacer nada. Lloré. Grité. Intenté apartarlo. Era inútil. La puerta se abrió y alguien le empujó.
-¡Que te apartes, ostia, si no quiere, no quiere!
Joder, era Pablo. Después de cómo lo traté hace unos minutos y ahora él me estaba defendiendo de su primo.
-Pablo, pírate. Esto no es asunto tuyo. Vete.
-El único que se va de aquí eres tú. Marcos, lárgate.
Marcos le dio un puñetazo a Pablo. El labio de Pablo empezó a sangrar. Pensé que se iban enzarzar en una peles, pero pablo me agarró de la mano y me sacó de allí.
-Princesa, nos vamos.
Salimos de casa de Alba casi corriendo. Estuvimos andando abrazados, como si fuéramos novios, mientras él me besaba el pelo. Nos paramos en un banco. Yo seguía llorando. Sentí como si la mano de Marcos me recorriera la piel.
-Pablo, muchas gracias. Yo… no se qué hubiera pasado si no llegas a entrar…
-Lore, prefiero no pensar en eso. No sé que hubiera hecho si mi primo te llega a… Joder, Lore, si te pasa algo yo me muero. –Agachó su cabeza. Le acaricié el pelo. Cuando, al fin, levantó la cabeza, pude ver como las lágrimas surcaban su rostro. Le abracé-. Lore, me importas, y me importas mucho. Entiéndelo. Aunque no lo creas, conocerte es lo mejor que me pudo pasar en la vida, porque todo o bueno que tengo en esta vida, me lo has dado tú. Yo, antes de conocerte, no tenía buenos recuerdos, ahora… Tú haces que quiera seguir viviendo.
Me acarició la cara. ¡Dios! Que mono. Limpió mis lágrimas, apartó mi pelo de la cara y pasó suavemente sus dedos por mis labios. Mi corazón iba a mil por hora. Sin que yo me diera cuenta, una de mis manos fue a parar a su cara. Quería besarlo. Me quería besar. Ahora ya no estaba confusa. Sabía lo que quería. Sabía que lo quería. Adelanté mi cara y le di un suave beso en la mejilla, cogiendo una lágrima que escapaba de sus ojos. Volví mi cabeza atrás y lo miré a los ojos. Nuestros ojos se encontraron. Saltaron chispas. Nuestras caras se acercaron.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Capítulo 6

Hacía calor, era una tarde cálida de septiembre. Yo estaba en sentada en un césped, a la sombra de un árbol. Era un día  precioso, un día de esos que aun que todo vaya mal, simplemente con ver  cómo brilla el sol una sonrisa se dibuja en tu cara. Mi larga melena negra estaba recogida hacia un lado. Llevaba el pelo ondulado y una
diadema azul turquesa me recogía el flequillo, con una camiseta blanca de tirantes, unos shorts vaqueros y mis convers azules. Alguien se me acercó por detrás y me tapó los ojos mientras me besaba lentamente el cuello, haciendo que me estremeciese. Intenté apartar las manos de  mis ojos. Eran unas manos grandes, de las que al ir agarrada a ellas sientes seguridad. Volví la cabeza para ver quien era. Ahí
estaba él, Pablo. Sonriendo, acariciándome la cara. Nos miramos
fijamente unos segundos y me besó. Al apartarse me sonrió. De repente
sonó “Lorena” de Sr. Trepador.

Era la alarma de mi móvil. ¿Había soñado con Pablo? ¿Pero mi mente funcionaba bien? Yo debo ser masoca… Bajé a desayunar. A parte de las galletas también tenía que digerir mi sueño… Esto no era normal, no podía ser normal. No conocía prácticamente
a Pablo, y lo que conocía de él no me gustaba.

Me vestí rápidamente, llegaba tarde a clase y salí corriendo de casa.
Al llegar al instituto ya habían cerrado las puertas de las clases, lo que significaba que ya no podría entrar hasta la siguiente hora. Joder. Parecía que hoy tampoco iba a ser un gran día para mí. Saqué un cigarro y busqué mi mechero. Perfecto, se me había olvidado de nuevo. Levanté la vista. Mierda, mierda, infinitamente mierda. Pablo se estaba acercando.
-¿No tienes hoy tampoco mechero?
-No.
-Puedes pedírmelo. Ya me dijiste que nuestra relación se basaría en esto, tú me pedirías fuego los días que no tuvieses mechero y no hubiese más fumadores.
-Dame fuego.
-No. Al menos pídemelo bien, princesa.
-Pablo, por favor, ¿serías tan amable de darme fuego?
-Muy bien. Así se piden las cosas. -dijo mientras me pasaba el mechero y me guiñaba el ojo-. ¿Qué haces aquí que no estás en clase? No me digas que eres una chica mala...
-No me digas que eres gilipollas… -dije mirándole mal.
-Veo que no has pasado buena noche, ¿no? Si hubieses soñado conmigo aun
estarías sonriendo…
- ¿Tú eres tonto? Sí, no me respondas. Eres tonto. ¡No he soñado
contigo! ¡Nunca podría soñar con alguien tan idiota como tú!
Creo que estaba roja. Era imposible que Pablo supiese que había soñado con él.
Dios, ahora me miraba asustado, y era normal. Le había montado el numerito
por nada, bueno, por colarse en mi mente otra vez. Había actuado como
una loca histérica.
-Pablo, perdóname. No me lo tengas en cuenta, ¿vale? -dije para intentar disimular que realmente había soñado con él.
-Ui… ¡Pero si sabes pedir perdón! Felicidades princesa.
-Vete a la mierda un poco, tío. Te acabo de pedir perdón.
Le estaba dando la espalda para irme y me agarró.
-Ei, disculpa la falta de costumbre de que me pidas perdón cuando me tratas mal.
-Porque el resto de las veces te lo buscas tú solito.
-En fin... Creo que en el fondo si que me aprecias. ¿Por qué no vamos a sentarnos a ese banco? Ya que tenemos que esperar a que nos dejen entrar podemos esperar juntos… así podrás seguir fumando, si no...  no hay mechero.
-Está bien. -dije con pocos ánimos.
Al ir hacia el banco me fijé en su culo. Empezaba a pensar que últimamente mis hormonas estaban totalmente revolucionadas. Llevaba unos pantalones vaqueros. Por encima del pantalón se asomaban sus calzoncillos UNNO negros. Me encantaban
los calzoncillos negros. Nos sentamos en el banco.
-Entonces ¿Quétal te va con tu novio? Rigoberto o algo así ¿no?
-Rodrigo. Se llama Rodrigo.
-¿Así que sí que es tu novio, no?
-No. No lo es. Lo del beso fue por error. Sólo somos amigos. - Pablo me
sonrió con su sonrisa perfecta de anuncio publicitario-. ¿Y a ti qué tal te va con Diana?
-No tengo nada con ella.- Me sentí aliviada.
-Ayer… la besaste.
-Ya. No sé. Se me fue la pinza.
-Le dedicaste una canción en el tuenti.
-Jajajajaja. - Pablo no dejaba de reir.
-Ei, ¿He dicho algo gracioso?
-Nada. La canción no era para ella. Era… para otra chica.
Bien, Lorena. La canción no era para la insoportable y “super-guay” de Diana, pero
tampoco era para ti.Continuamos hablando un rato hasta que le pregunté que porqué había venido aquí a vivir, si tan sólo era un pueblecito de Burgos.
-Antes vivía en Madrid. - Me respondió Pablo-. Pero mis padres se divorciaron y mi madre y yo preferimos alejarnos de todo aquello así que vinimos aquí a empezar una nueva vida, porque mi tío ayudó a mi madre.
-¿Y tu padre? ¿No te duele estar tan lejos de él?
-Prefiero no hablar de eso, princesa. - Me dijo sonriendo pero con
tristeza en la mirada-. Y vamos entrando, que se nos va ha hacer tarde.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Capítulo 5

Capítulo 5
Cuando me desperté, estaba sentada en un banco. Tenía la cabeza apoyada en el pecho de Pablo mientras él me acariciaba el pelo, sacándomelo de la cara. Notaba su respiración, su aliento, que olía a chicle de menta. Y no podía
quitar los ojos de su boca. Esa boca que Diana había besado. Esa boca que yo había rechazado.
-¿Estás bien?
- No, no estoy bien. Joder… me duele la muñeca, y la cabeza… y todo. ¿Qué me
ha pasado?
-Te llame y te pusiste a correr como una loca, luego te mareaste y vi como te caías, llegué justo a tiempo para sostenerte, pero creo que te cogí mal la mano y te hice daño. ¿Te desmayas muy a menudo o es solo al verme?
-No te importa el motivo. Me voy a mi casa. –Dije mientras me levantaba despacio del banco, no quería volverme a caer.
-Joder, que mal humor. Aun encima que te ayudo y me tratas así.
-Pues por mí no te preocupes, preocúpate de Diana.
-¿Estás celosa?
-¿Yo? Estaría celosa si me importases, pero es que todo tú me la suda.
-Sí, eso ya lo sé. Podrías haberte ahorrado todo el paripé que me montaste y haberme dicho que ya eras la chica de colección de ese amiguito tuyo.
¡No me lo podía creer! ¿Pablo pensaba que tenía algo con Rodrigo? Podría decirle que eso no era verdad, desmentírselo, pero ¿qué más daba? Probablemente no me creería, además, él ya tenía a la tonta de Diana, así que por mí, podían ser felices y demás chorradas. Mierda. ¿A quién pretendía engañar? En realidad quería que Diana le pusiera los cuernos y que Pablo se liara conmigo, que no duraran nada, que se odiaran. Joder, ¿qué me pasaba? Parezco tonta, como si me importase que estuviesen juntos o no. Eso me da exactamente igual, Pablo es un creído y un flipado que conoces de hace dos días y que aun encima no aguantas y Diana… es la petarda de Diana. Intentaba convencerme de eso, de que me daba igual lo que pasara entre ellos. No me apetecía seguir mirando los ojos de Pablo, ni su boca, su sonrisa, o su cuello. Hasta ahora, no me había fijado en su cuello. Era el típico cuello que te apetece morder y besar como si nunca más lo volvieras a hacer. Dios… Tenía que reconocer que Pablo estaba muy, pero que muy bien, tenía algo que le hacía encantador.
-Déjame en paz. Me voy a casa.
-Te acompaño. –Dijo mientras se levantaba del banco
-No hace falta. Se ir sola a mi casa.
-Pero tengo miedo de que te vuelvas a desmayar o algo así. Te acompaño digas lo que digas.
-Vale, pero iré escuchando música, así que no te hare nada de caso.
Saqué mi Ipod y me puse a escuchar “Tal como eres” de El Canto del Loco. Me puse a cantar de nuevo, por segunda vez, Pablo me escuchaba cantar. “Y pensando que sinceramente te quiero así, tal como eres y como se, que lo que haces te hace feliz, tal como eres.” Me di cuenta de que Pablo me miraba, me quité los cascos
-Cantas muy bien, Lorena. Además esa canción es muy bonita.
-Gracias. Hemos llegado. Ya puedes irte a donde quieras, has cumplido.
-Princesa, tienes una opinión equivocada de mí. No soy como crees. Hasta mañana.
Me guiño un ojo y se marchó. Entré en mi casa. Hoy, mi madre tampoco comería conmigo. Mejor, comí unas pocas cucharadas de sopa y el resto lo tire a la basura. Los filetes ni los probé. Sabía que el desmayo era debido a no comer, pero hoy fue un día horrible y no tenía ganas de comer.
Decidí darme una ducha para relajarme y no pensar en nada ni en nadie. Fue imposible. Pablo no salía de mi mente. Pensé en Rodri, en que si que era guapo y comparándolo con Pablo, él era mucho mejor chico. Aun así, Pablo seguía en mis pensamientos. Aún podía escuchar su voz cuando me llama princesa. Salí del baño relajante, que había sido un completo fracaso porque no me sirvió para quitarme todos esos estúpidos pensamientos sobre Pablo. Me conecté un poco al tuenti. Pablo tenía un comentario de la petarda de Diana. Algo me dijo que lo mirara. No me lo podía creer. Pablo acababa de poner un tablón con la canción que había cantado hace un rato. Por unos instantes pensé que me la dedicaba a mí. ¡Qué tonta soy! Debajo de la canción ponía “Desde que te vi, quise estar a tu lado” estaba claro que iba dirigido a Diana. Además, ella acababa de dejar un comentario agradeciéndole la canción. Sí, estaba claro que era para ella.
¿Pero por qué me importaba tanto que estuvieran juntos? Yo fui la que rechazó a Pablo, así que él no me impota. Serían mis hormonas, que están revolucionadas, como dice Silvia, a esta edad, parece que las que dominan son siempre las hormonas y no la mente. Volvía mirar su tablón y al ver, otra vez, el comentario de Diana me puse a llorar. Bajé a la cocina y busqué algo de comer. Chocolate. Eso siempre me servía. Me comí una tableta y media de chocolate. Ostia, ¿quería adelgazar y me ponía a comer chocolate? Me sentí gorda. Sé que no lo estoy, pero dos días comiendo así y lo estaré. Fui al baño e intenté vomitarlo. No se me daba bien hacer esto. Cuando de pequeña estaba enferma e intentaba vomitar, nunca me salía y lloraba por el esfuerzo. Venga Lore, puedes hacerlo. Me dije a mi misma. Lo intentas una vez más y si no puedes lo dejas. Lo volvía a intentar y esta vez funcionó. Me limpié y limpie el baño para no dejar rastros.
El resto de la tarde se pasó lentamente. Entre películas, tuenti y deberes… Legó mi madre y me obligó a cenar. Por suerte, si me pasaba con la cena, sabía lo que tenía que hacer.

viernes, 29 de octubre de 2010

Capítulo 4

Yo me fui con Rodri lejos de mi clase. No quería que Marcos y Pablo supiesen que me habían tomado el pelo. ¿Cómo se atrevía Marcos a jugar con una
cosa así? ¿Y cómo se había atrevido Pablo a contarle todo a Marcos y
luego venir a pedirme perdón? Lo peor es que la culpa era mía, por
confiar en Pablo. Me alegré de no haberle besado, de haberme ido antes de
enamorarme de él, pero no estaba segura de eso. Y yo, cómo una idiota confié en él. Supongo que para Pablo fue divertido contarle a Marcos como lloré y como me fui a casa.


Ahora Rodri me seguía abrazando. Lo que más me gustaba de él era esa
forma de hacerme entender con la mirada que podía contar con él para
todo. La verdad es que era muy buen chico: sacaba buenas notas, ayudaba a
todos sus amigos sin pedir nada a cambio, era un cielo con las chicas y
además era bastante guapo. El problema es que yo no me fijo en los
chicos como él; yo me fijo en los imbéciles como Marcos o Pablo…


De pronto sonó el timbre, era la hora de entrar en clase. Rodri me dio un beso en la mejilla y me dijo que si necesitaba algo le buscase. Le sonreí a modo de
agradecimiento y le di otro beso. Fui corriendo al baño para limpiarme
la cara. No quería que me viesen con la cara llena de rímel… Entré en el
baño y escuché a dos chicas hablar.
-¿Has visto a la idiota de Lorena llorar? Jaja -decía Alba, una de las
“super-guays”.
-Sí. ¡Qué pringada! -decía Diana, la capitana de las “super-guays”-
Pero la cerda de ella tiene suerte  -¿suerte? Yo no creía que tuviese
suerte. Acababa de estar llorando y no de felicidad precisamente… - El
buenorro del nuevo no deja de mirarla y Rodrigo la ha visto llorar y ha ido tras ella…


Buf… ¡Diana cada día me caía peor! Todas las chicas de mi curso estaban
enamoradas de Rodri, y se ve que ahora también se estaban enamorando de
Pablo. En fin. Me limpié la cara, me volví a echar rímel y fui  corriendo a clase esperando que el profesor no hubiese llegado.


Por suerte el profesor y yo llegamos a la vez así que no me pudo poner
un retraso, cosa que sí les pasó a Diana y Alba. Pablo no dejó de
mirarme en toda la clase y yo no sabía que hacer para evitarlo. Mis amigas que se habían enterado de que había estado llorando me preguntaron qué me pasaba y se lo conté todo por notitas. Yaiza, que no puede mantener la boca cerrada ni un segundo, al leerlo miró a Pablo y le dijo que era un cabrón. Pablo simplemente agachó la cabeza y el profesor sólo le dijo a Yaiza que utilizase otro vocabulario.


Definitivamente, me encanta tener una amiga como Yaiza. Sonó el timbre para ir al patio. Me despedí de mis amigas porque quería ir a agradecerle a Rodri todo lo que estaba haciendo por mí. Cuando me estaba acercando a su clase,
alguien me cogió de la mano. Cuando conseguí darme la vuelta vi que era Pablo.


-Pablo, ¿te he dicho ya que no me vuelvas a hablar?
-Lore, déjame que te lo explique por favor.
-No, estoy harta de que me mientas. Estoy harta de ti.
-Lorena, cuando te fuiste llamé a mi primo para decirle que era un  cabrón por decirme a medias lo del parque.- Mientras lo decía me puso apoyada en la pared y se acercó a mi sujetándome las muñecas para que no pudiese escapar-.  Y sin querer se me escapó lo del beso pero porque  estaba cabreado. No entendía nada… yo pensé que tú querías tener algo conmigo…
- ¡Vas flipado! ¿Sabes qué? Que no me creo nada de lo que tú me dices.
Olvídame ya.
- No puedo…
Se abrió la puerta. Rodri entró y se quedó paralizado al ver la escena.
-Rodri, quería hablar contigo. -dije mientras empujaba a Pablo para
apartarlo.
-Sí. Y tú, niñato, te he dicho que la dejes en paz.
Rodri y yo nos fuimos a uno de los bancos que estaba dentro del recinto
del instituto. Le di las gracias por todo. Quedaban sólo cinco minutos
para que acabase el recreo y yo quería ir un poco con mis amigas para
hacer alguna bobada y que se me arreglase un poco el día. Al ir a
despedirme de Rodri, nos confundimos y nos dimos un pico sin querer.
Rodri se puso rojo y yo creo que me quedé blanca.
-Lore, lo siento… No quería… tú para mi eres sólo una amiga…
-Rodri, ha sido un fallo. Tranquilo. Ya hablaremos ¿vale?


Llegué donde estaban Silvia, Rebe y Yaiza y decidimos entrar en clase
ya.
Nada más entrar vino Pablo de nuevo hacia mí.
-Lorena, tienes razón. Es mejor que me olvide de ti. Que te den,
princesa.
Dios. En este momento no podía odiarle más. Vale, le había dicho yo
misma que me olvidase, pero no sabía si quería que lo hiciese. ¿Hoy me
podía salir algo peor? Sí.


Había sonado el timbre para ir a casa así que cogí mis cosas y salí. En
la puerta estaba Pablo hablando con Diana. Bueno, hablando precisamente
no, estaban abrazándose y… Pablo la besó. Quería ir allí y darles un
guantazo a los dos pero pensé que eran libres de hacer lo que quisieran e intenté convencerme que Pablo no me interesaba. Aun así no pude evitar llorar.
De camino a mi casa escuché a alguien corriendo detrás de mí. Mierda.
Era Pablo y comenzó a gritar mi nombre. Lo que menos me apetecía era
hablarle así que comencé a correr. No había comido nada desde el día
anterior por lo que estaba bastante débil. Noté como me temblaban las
piernas, cómo se me nublaban los ojos. Me desmayé.
-¿Estás bien princesa?- escuché cuando logré abrir los ojos. Pablo, como
no, Pablo.

martes, 26 de octubre de 2010

Capítulo 3

Capítulo 3
Me preguntaba donde me llevaría. No tenía ni la más remota idea pero quise fiarme de él.
Tardamos un buen rato en llegar al sitio, entre media hora y 45 minutos. Me llevó a un parque. A ese parque. El parque donde mi madre me había dicho que mi padre estaba muerto. ¡No me lo podía creer! Nunca más había vuelto a este parque. No podía. Tenía demasiados recuerdos de ese penoso día. Cada vez que lo recordaba parecía que hubiera ocurrido ayer.
-Princesa, hemos llegado. Espero que te guste este lugar.
-Me tengo que ir de aquí. No puedo estar aquí –dije sollozando. Mis lágrimas luchaban por escapar de mis ojos-. Vámonos. Por favor…
-¿Qué pasa? ¿Por qué nos tenemos que ir?
Mis lágrimas me ganaron la batalla. Consiguieron escapar.
-Pablo, mi madre me dijo que mi padre había muerto en este parque. Yo estaba jugando por aquí…
-Yo… Lo siento, princesa. No lo sabía… Marcos… Él me dijo… Joder… ¿Por qué le tengo que hacer caso a ese imbécil?
-¿Marcos? ¿Qué te dijo?
- Me dijo que este parque te gustaba mucho, que aquí venías mucho con tus padres de pequeña, que era tu sitio favorito... joder, ni siquiera me dijo lo de
tu padre...
-Él sabía el porqué no venía a este parque
- Lo siento mi vida... Quería hacerte sonreír y que me perdonaras por portarme tan mal pero el cabrón de mi primo me la ha jugado...
Rodeó su brazo en mis hombros y me sacó de allí. Pero ya era tarde. Los recuerdos venían a mi mente y no los podía parar. No podía borrarlos. Aunque se me había escapado alguna lágrima, no me pude reprimir más y rompí a llorar. Odiaba que me vieran llorar, pero ahora no importaba, lo único que quería es que se fueran esas tormentosas imágenes. Pablo me dirigió todo el camino. Me llevó a un nuevo parque, uno que estaba cerca de mi casa. Me puso enfrente de él y me abrazó con ternura. Me sentía tan bien entre sus brazos. Me gustaba estar entre ellos.
-Perdóname, por favor, yo… no sabía…
-Tranquilo, conozco a tu primo. No fue tu culpa
-Yo… No debí haberle pedido ayuda
-¿Ayuda? ¿De qué hablas?
-Le pedí ayuda para que me dijera como me podía llevar bien contigo. Como ser tú amigo. Para que me regalaras tu sonrisa…
-¿Por qué tanto interés en mi? Joder. ¡Soy tonta! Ayer me dijiste que tú y yo tendríamos algo. Es por eso, ¿verdad? ¡Dios! Soy algo así como una apuesta, pero contigo mismo –Grité, me aparté de sus brazos-. Déjame en paz. ¡Vete a la mierda!
-Lorena –Me cogió del brazo-. No es por eso. No sé el porqué, pero quiero hacerte sonreír, quiero verte cada segundo. Quizás es porque eres diferente a las demás. Ayer me llamaste flipado, pasas de mí, me dices que no quieres nada conmigo. O quizás no es por eso. No lo sé.
-Porque las demás solo les importa que estés bueno
-¿Crees que estoy bueno?
-Bueno, contando que estoy aquí, y que no salgo corriendo, horroroso no eres. Aunque… sí que me asustas un poco. –Dije sacándole la lengua
-¡Que graciosa! A ver qué te parece esto… -Sonrió maquiavélicamente y me empezó a hacer cosquillas
No podía parar de reírme.
-Pablo… para… Jajajaja… Por favor… Jajajaja
Al final, Pablo acabo encima de mí. Sus ojos me miraban fijamente. No pude resistirme y bajé mis ojos hasta sus labios. Me quería besar. Bajó sus labios, pero antes de que se posaran en los míos, me aparte.
-Yo… No quiero ser como las demás. No quiero ser otra de tus muchas chicas de colección.
-No seas boba. Tú nunca serás como las demás. Ya te he dicho que eres diferente.
-Ya lo sé. Pero eso, seguramente, se lo dirás a todas. Yo mejor me voy a casa. Y… por favor, será mejor que tú y yo solo seamos compañeros de clase.
Me fui a mi casa. Me sentía fatal. Él me había apoyado hoy con lo de mi padre, fue muy atento conmigo. Pero… yo estaba totalmente perdida. No sabía qué era lo que quería de mí. Primero me trata mal, mas tarde me pide perdón, y luego, a la mínima oportunidad, me intenta besar. Tenía claro que no quería ser otra chica más. Pero… ¿Quería ser su chica? No lo sé. Estoy demasiado confusa. Era imbécil, pero también muy guapo; chulo pero simpático; flipado pero parecía una buena persona; lo quería besar pero no podía soportar pensar que podía ser un simple pasatiempo para él. Solo lo conocía de dos días, y no empezamos con buen pie, que se diga… Pero mis pensamientos estaban en él, en sus labios, en sus ojos, en sus manos, en su cuerpo, en su voz…´
Cuando llegué a casa le dije a mi madre que ya había cenado. No tenía hambre. Pero si se lo decía, discutiríamos.
Subí a mi habitación, me cambie y encendía el ordenador. Me metí en tuenti . Tenía una petición de amistad. Era de Pablo. Ponía: “Solo compañeros de clase…” Decidí aceptarlo.
Estaba cansada. Aún encima también estaba hecha un lio. No sabía si me gustaba o no, pero tampoco podía dejar de pensar en él. Aun encima, me acorde de mi padre. Tenía ganas de llorar. Me fui a la cama a dormir.
Al día siguiente me desperté pronto. Mi madre aun estaba dormida así que manché la taza con un poco de leche y colacao y desmigué una
galleta. Salí de casa y me di cuenta de que era pronto así que fui
andando tranquilamente a clase. Cuando llegué, ya estaba la mitad de la
clase. Me senté en mi sitio ya que mis amigas no habían llegado y no
quería acercarme al grupo de las "super-guays" ni al grupo en el que
Pablo y Marcos estaban.
- Ya me han dicho que ahora aparte de sexo tampoco quieres besar a
nadie. ¿También necesitas un tiempo? O quizás te vayas a convertir en monja. ¿Cuál de las dos? -Me preguntó Marcos.
-Vete a la mierda y déjame en paz
-¿Qué tal lo pasaste ayer en el parque?
-Eres un cabrón.
Le escupí y salí corriendo de clase, estaba a punto de llorar. Por el rabillo del ojo vi como Pablo me miraba. Mientras iba por los pasillos, me choqué con Rodrigo, uno de los chicos que iba un curso más que yo. Era el hijo de una amiga de mi madre y uno de mis mejores amigos. Siempre habían dicho que estaba enamorado de mí pero nunca lo creí.
-Lore, ¿qué te pasa? -Me preguntó Rodrigo abrazándome.
-Joder Rodri... ¿Te acuerdas de lo de Marcos?
-Sí. ¿Qué te ha hecho ahora?
Le conté abreviadamente toda la historia mientras seguía llorando y él
me abrazaba.
Salió Pablo de clase.
-Lore, necesito hablar contigo por favor... -Dijo Pablo.
-¿Tú eres Pablo? -Le dijo Rodri.
-Sí. Venga Lore tía, pasa del pringado este un segundo y ven a hablar
conmigo.
-¿De qué? ¿De qué un cabrón me jodio? ¿De lo bien que te lo has pasado contándole todo lo de ayer a tu primo? ¿De que si que eres igual que él? Vete a la mierda Pablo.
- Venga tío. -dijo Rodri-. ¿No escuchas? Pírate y déjala en paz. Y dile a
tu primito también que la próxima vez que la hagáis algo vais a tener
problemas conmigo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Capítulo 2

Sonó el despertador a las 8:30 de la mañana. Las clases empezaban hoy a las 11 por ser el primer día del curso. Tenía tiempo de sobras para desayunar tranquilamente, ducharme, elegir la ropa que me pondría con detenimiento y maquillarme.
Bajé a desayunar a la cocina y me tomé un vaso de leche y un par de galletas bajo la atenta mirada de mi madre todavía seguía preocupada por el tema de mis comidas. Cuando terminé, recogí mi vaso y subí a ducharme. Luego abrió mi armario y comencé a buscar algo de ropa para ponerme. De pronto, oí una vibración, era un mensaje. Cogí mi móvil y lo leí: “Hoy nos vmos princsa?? jaja. 1bso!".
No le quise dar importancia, debía ser un error de alguien y empecé a vestirme. Fui a  maquillarme al baño y me miré en el espejo. Hoy me sentía bien, además, la camiseta que llevaba puesta escondía mi “tripita”. Cogí todo lo que iba a necesitar y salí de casa.

Me gustaba ir andando el primer día para enontrarme con mis amigas de camino. También me gustaba fumar un cigarro mientras veía a los profesores que me harían sufrir este año, observar a los chicos nuevos, detectar cambios en los antiguos compañeros… Pero como siempre, llegué algo pronto y me senté a esperar en un banco mientras sacaba un cigarro. Una mano apareció por detrás y me tendió un mechero antes de poder sacar el mío.
- No pensaba verte aquí princesa… Como no me contestaste al mensaje… -dijo Pablo con su sonrisa perfecta.
-¿Pero tú que haces aquí? Ei, ¿cómo coño has conseguido mi teléfono?
-Tranquila princesa...
- ¡No, no estoy tranquila! Y no me llames princesa... ¿De dónde has sacado mi teléfono?
-Verás, ayer mi primo te vio hablando conmigo y al final le convencí para que me lo diese y me dijo que tú también vienes a este instituto.
-¿Tu primo? ¿Quién es tu primo?
-Marcos. Me dijo que te conoce muy bien… jajaja.
Me quedé paralizada, Marcos era mi exnovio. El chico del que había estado toda mi vida enamorada. El año pasado estuvimos saliendo dos meses, todo era perfecto hasta que me propuso tener sexo y no acepté. Supongo que necesitaba más tiempo, pero a él le dio igual y rompió conmigo.
-Ya veo que la estupidez os viene de familia. -dije yo indignada.
-Ei, que yo no soy como él, ¿vale? Si quiero a una chica de verdad, soy
capaz de esperarla durante siglos si hace falta.
Venga. ¿Esperaba que me lo creyese? Todos los tíos son iguales. Van a lo que van y si no lo
encuentran, puerta.
-Sí... Si esperas que me lo crea vas listo, y si no te importa ahora me voy, que por ahí viene tu querido primo y no es que me guste exactamente vuestra presencia.
-Lo entiendo, pero no me trates así a mí. Yo no te he hecho nada. El
cabrón fue él.
Pablo hoy estaba guapísimo... ¡No! No podía fijarme en él, era el primo de Marcos, y estaba demostrado que eran igual de estúpidos.
-Ya nos veremos princesa.
-Espero que no muy a menudo…-dije mientras me iba.
Vi a Silvia llegar con Yaiza, Rebeca, como no, llegaría tarde.
-Ei, ese es el chico de ayer, ¿no?- Preguntó Yaiza
- Sí... Es un idiota. -dije yo mirándolo de reojo.
-Pues es un idiota muy guapo, tia. ¿Tienes algo con él? Es que estos dos días cuando hemos llegado estabas con él hablando... -dijo Silvia.
-¿Estás boba? Es el primo de Marcos, y por lo que parece son igual de estúpidos. Es un chulo de mierda, piensa que por ser guapo ya tiene todas las puertas del mundo abiertas.
-No sé tia, un poco de razón tiene. Acaba de llegar y ya se le están acercando todas las niñatas de clase. -dijo Yaiza.
-Pues mira, bien por él. Es lo que él quería. Venga, vamos entrando que ya llega Rebe.-dije yo.
Entramos directamente a las clases. Este año por fin nos había tocado a Yaiza, Silvia, Rebeca y a mi juntas. Así sería más fácil soportar a las "super-guays". El tutor de este año, Lorenzo, tardó en llegar. Era un profesor nuevo y parecía simpático. Él nos daría las clases de lenguaje.
Cinco minutos más tarde llamaron a la puerta.
-Profe, ¿se puede? Es que estaba acompañando a mi primo, que es nuevo, a rellenar unos papeles.
Mierda, también me tocaría aguantar al cabrón de Marcos este año...
-Adelante, sentaros por donde podais.
¿Sentaros? Dios, recé por unos segundos para que Pablo no estuviese en mi clase también.
-Hola princesa. Ya te dije que nos veríamos a menudo… -dijo Pablo mientras se sentaba en la mesa que estaba a mi lado.
Marcos, por suerte, se sentó más alejado. Le odiaba. Fue un cabrón conmigo y aún lo seguía siendo. Mientras estuvimos saliendo no paraba de repetirme lo feliz que estaba conmigo, que quería que no acabase nunca... Mentiras. Cuando le pedí tiempo me dijo que era una niñata y  una calienta-braguetas... Y además ahora se lo había contado al imbécil de su primito. Ya no le quería. Desde el día que me demostró que yo para él era un simple pasatiempo empecé a olvidarle, y lo había conseguido, pero odiaba su presencia.
Sonó el timbre. Ya era la hora de ir a casa. Mis amigas vivían en otra dirección asique saqué mi iPod y me puse a escuchar música camino de mi
cada. Sonaba "Sabes" de Reik.

"Sabes, te quiero confesar que te encuentro irresistible. No dejo de pensar que haría lo imposible por quedarme cerca de ti".  Me encantaba esa parte y fui cantándola más o menos alto.
-A mi me pasa lo mismo contigo.-dijo Pablo mientras me quitaba los auriculares para que le escuchase.
-Déjame en paz, ¿vale? A mí contigo no me pasa NADA.
-¿Por eso no dejas de mirarme? ¿Por eso te cambia la cara cada vez que nos vemos? Lorena, sé que ayer te traté... como lo haría Marcos. Él me contó todo lo que te hizo, es un cabrón, pero yo no soy cómo él. Déjame que seamos amigos por favor...- Me dijo con una mirada dulce. ¿Quién se podría negarse a unos ojos así? Sus ojos eran especiales, verdes, pero un
verde como nunca había visto en unos ojos-. Por favor Lorena...
-Esta bien. Sólo amigos.
-Ok. Pues esta tarde paso a buscarte a tu casa a las 5:30. -dijo mientras se iba corriendo hacia un coche.
Me quedé atónita. Pablo a veces parecía diferente, pero otras veces era como Marcos. Y... ¿Habíamos quedado a las 5:30? Me puse nerviosa y llegué a casa. Encontré una nota en la mesa de la cocina: “Cariño, he tenido que ir antes a trabajar. La comida está en el
frigorífico. Calentar y listo. Pórtate bien. Mamá."
"Pórtate bien", eso significaba "cómete todo". Miré en el frigorífico. ¿Mamá quiere que me ponga como una foca? Era demasiada comida, asi qué la tiré en una bolsa para no dejar pruebas y comí una manzana.
Eran las 3:00. Quedaban dos horas y media para que Pablo viniese y subí a concectarme al tuenti un rato. Cuando miré la hora eran las 4:30. Me cambié de ropa (tardé más que nunca).
Me fumé otro cigarro y sonó el timbre. Bajé y abrí la puerta. Ahí estaba él, Pablo. Cada vez más
guapo. Sonriendo.
-Estás preciosa princesa. Vamos, quiero ir a un sitio contigo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo 1

Capítulo 1

Estaba sentada en el alfeizar de la ventana. Estar ahí me relajaba, el por qué no lo sabía, pero es como mi sitio especial. Cada vez que estoy triste me siento aquí, me pongo a pensar y poco a poco me relajo. Aunque las vistas no son bonitas (un gran edificio de color gris que poco tenía de interesante) y la plaza que hay abajo. Vivo en un segundo piso, así que la plaza se veía bastante bien. Acababa de discutir con mi madre, como siempre. Vivíamos solas en este acogedor piso. Mi padre había muerto cuando yo era pequeña. No recordaba mucho de él. Pero si recordaba que era un borracho y que era distante conmigo, creo que nunca quiso que yo naciera.
Me puse a mirar a las nubes, intentando distinguir alguna figura graciosa, de estas que aparecen después de mirar fijamente por un rato. Pienso en la discusión que acabo de tener con mi madre, como siempre, fue por la comida. Tenía que reconocer que no estaba muy contenta con mi cuerpo, estaba un poco gorda. Como odiaba tener tripita, decidí comer un poco menos. Y como no, mi madre se quejaba de que comía poco, tenía miedo de que me volviera bulímica o anoréxica. Se preocupaba demasiado. Un ruido me sacó de mis pensamientos. Era mi móvil.
-¡Lore! ¿Hoy tienes algún plan?
-Pues de momento no. ¿Por?
-He quedado con Yaiza y Rebeca, ¿vienes?
-Vale. ¿A qué hora y donde?
-Dentro de media hora en la plaza de debajo de tu casa.
-Ok. Allí estaré.
Colgué y me fui al salón a pedirle permiso a mi madre, y aunque rezongó un poco, accedió a que saliera a dar una vuelta. Subí las escaleras y me maquillé y me peine. Fui a mi habitación y me vestí, ya que aún llevaba el pijama. Me puse unos vaqueros y una camiseta gris, los tenis y lista.
Bajé 5 minutos antes. Y aunque sabía que las chicas iban llegar tarde, pero tenía la manía de llegar pronto a todos los sitios. Como no me apetecía esperar sin hacer nada, busqué en el bolso hasta encontrar mi paquete de Camel, saqué un cigarro y rebusqué por el bolso en busca del mechero. ¡Se me había olvidado en casa! Pasé la mirada por la plaza mirando a ver si había alguien que pudiera tener un mechero. Había un chico de mi edad, más o menos, moreno, alto, de ojos marrones, con chupa de cuero negra y un cigarro en la boca. El chico era bastante guapo. Me acerqué a él y le pedí fuego. Él la miro como si fuera el rey del mundo. Eso me cabreó.
-Disculpa, solo te estaba pidiendo fuego, no te iba a morder ni nada por el estilo. Que te aproveche el cigarro.
-¡Que humitos tiene la nena! Espero que no a todo el mundo le trates así…
-En realidad solo trato así a los idiotas, pero… ¿quién sabe? Igual no eres idiota con todo el mundo.
-No lo soy. Me llamo Pablo. –Me dijo mientras me pasaba su mechero-. ¿Y tú te llamas…?
-Gracias, soy Lorena
-¿Vives aquí?
-Sí, pero creo que a ti eso te da igual, así que me voy.
-levo aquí pocos días y eres la única chica “no fea” con la que me he topado… Así que, creo que si me importa, ya que viviré aquí a partir de ahora. Y pues a partir de ahora, quiero saber con cuantas chicas tendré algo. En estos momentos, en mi lista, solo estás tú.
-¡Que halagador! –Dije en tono sarcástico-. ¿No crees que eres bastante flipado y creído? Tú y yo no tendremos nada.
-Eso ya lo veremos, princesa –Dijo Pablo mientras me guiñaba un ojo.
Miré para los lados y vi que venían las chicas, le di a Pablo una mirada y me fui hacia las chicas. Estuvimos dando vueltas toda la tarde. Lo pasamos bien. Pero no me daba quitado el cabreo que me había puesto ese tal Pablo. ¡Qué niñato!
Cuando llegué a casa “cené”, por suerte mi madre no estaba en casa, así no me podía regañar por comer poco. Subí a mi cuarto y me puse a escuchar música. Sonó la de Dear Angel, de April Sixth
No sé cómo, pero empecé a pensar en Pablo, era demasiado chulo, un creído, igual se creía que si quería podía tener a cualquier chica. Pues a mí no me tendría. Era un idiota. Solo quería no volverlo a ver, así no me enfadaría. Entonces recordé esos ojos marrones. Esa sonrisa tan pícara que tenía, cada vez que decía algo estúpido la ponía. Me había fijado en sus manos, cuando me pasó el mechero, era bonitas, suaves y ni muy grandes ni muy pequeñas. ¿Pero qué estaba haciendo? ¿Por qué pensaba en él? Es un idiota, no pienso perder no un segundo con él.
Era ya tarde, y al día siguiente empezaban las clases. No quería llegar tarde el primer día. Tenía que dormir. Apagué mi ordenador y me fui a dormir. Esa noche soñé con él.

martes, 19 de octubre de 2010

Bienvenidoooos!!!

Hola! Este blog lo creamos Esme y yo para compartir esta historia con vosotros/as. La base del fic NO es nuestra, es de una chica que colgo esta historia en una red social (tuenti) y el titulo es: Historia de un te quiero (casi igual que el que ponemos aqui) pero que la chica solo colgó los 25 primeros capitulos, Esme y yo decidimos seguirlo como un fanfic, y ahora hemos editado un poco los 25 primeros capis para que no sean una copia exacta a los que escribio la chica y no sea plagio, ya que a ninguna nos gusta que nos roben lo que escribimos. Y pues, dejar claro que la base no es nuestra (si, soi repetitiva, pero es que no quiero tener problemas luego)
Dejar claro que Pablo es SOLO y ECLUSIVAMENTE de Esme y Mio, asi que, porfavor, no os lo pidais, no lo vamos a compartir. Es que estamos completamente enamoradas de él. Y pienso yo: Para no estarlo, si es genial! Ya lo descubrireis.
Y os preguntareis: ¿De que va esta historia? Pues bien, este fic es de amor (como se puede deducir por el titulo) y hay un poco de todo: amor, deshamor, celos, orgullo, romanticismo, miedo... Y situaciones tanto romanticas como complicadas. Os enganchareis desde el primer capitulo, asi que ya sabeis... Leedlo, no os arrepentireis ;)