viernes, 29 de octubre de 2010

Capítulo 4

Yo me fui con Rodri lejos de mi clase. No quería que Marcos y Pablo supiesen que me habían tomado el pelo. ¿Cómo se atrevía Marcos a jugar con una
cosa así? ¿Y cómo se había atrevido Pablo a contarle todo a Marcos y
luego venir a pedirme perdón? Lo peor es que la culpa era mía, por
confiar en Pablo. Me alegré de no haberle besado, de haberme ido antes de
enamorarme de él, pero no estaba segura de eso. Y yo, cómo una idiota confié en él. Supongo que para Pablo fue divertido contarle a Marcos como lloré y como me fui a casa.


Ahora Rodri me seguía abrazando. Lo que más me gustaba de él era esa
forma de hacerme entender con la mirada que podía contar con él para
todo. La verdad es que era muy buen chico: sacaba buenas notas, ayudaba a
todos sus amigos sin pedir nada a cambio, era un cielo con las chicas y
además era bastante guapo. El problema es que yo no me fijo en los
chicos como él; yo me fijo en los imbéciles como Marcos o Pablo…


De pronto sonó el timbre, era la hora de entrar en clase. Rodri me dio un beso en la mejilla y me dijo que si necesitaba algo le buscase. Le sonreí a modo de
agradecimiento y le di otro beso. Fui corriendo al baño para limpiarme
la cara. No quería que me viesen con la cara llena de rímel… Entré en el
baño y escuché a dos chicas hablar.
-¿Has visto a la idiota de Lorena llorar? Jaja -decía Alba, una de las
“super-guays”.
-Sí. ¡Qué pringada! -decía Diana, la capitana de las “super-guays”-
Pero la cerda de ella tiene suerte  -¿suerte? Yo no creía que tuviese
suerte. Acababa de estar llorando y no de felicidad precisamente… - El
buenorro del nuevo no deja de mirarla y Rodrigo la ha visto llorar y ha ido tras ella…


Buf… ¡Diana cada día me caía peor! Todas las chicas de mi curso estaban
enamoradas de Rodri, y se ve que ahora también se estaban enamorando de
Pablo. En fin. Me limpié la cara, me volví a echar rímel y fui  corriendo a clase esperando que el profesor no hubiese llegado.


Por suerte el profesor y yo llegamos a la vez así que no me pudo poner
un retraso, cosa que sí les pasó a Diana y Alba. Pablo no dejó de
mirarme en toda la clase y yo no sabía que hacer para evitarlo. Mis amigas que se habían enterado de que había estado llorando me preguntaron qué me pasaba y se lo conté todo por notitas. Yaiza, que no puede mantener la boca cerrada ni un segundo, al leerlo miró a Pablo y le dijo que era un cabrón. Pablo simplemente agachó la cabeza y el profesor sólo le dijo a Yaiza que utilizase otro vocabulario.


Definitivamente, me encanta tener una amiga como Yaiza. Sonó el timbre para ir al patio. Me despedí de mis amigas porque quería ir a agradecerle a Rodri todo lo que estaba haciendo por mí. Cuando me estaba acercando a su clase,
alguien me cogió de la mano. Cuando conseguí darme la vuelta vi que era Pablo.


-Pablo, ¿te he dicho ya que no me vuelvas a hablar?
-Lore, déjame que te lo explique por favor.
-No, estoy harta de que me mientas. Estoy harta de ti.
-Lorena, cuando te fuiste llamé a mi primo para decirle que era un  cabrón por decirme a medias lo del parque.- Mientras lo decía me puso apoyada en la pared y se acercó a mi sujetándome las muñecas para que no pudiese escapar-.  Y sin querer se me escapó lo del beso pero porque  estaba cabreado. No entendía nada… yo pensé que tú querías tener algo conmigo…
- ¡Vas flipado! ¿Sabes qué? Que no me creo nada de lo que tú me dices.
Olvídame ya.
- No puedo…
Se abrió la puerta. Rodri entró y se quedó paralizado al ver la escena.
-Rodri, quería hablar contigo. -dije mientras empujaba a Pablo para
apartarlo.
-Sí. Y tú, niñato, te he dicho que la dejes en paz.
Rodri y yo nos fuimos a uno de los bancos que estaba dentro del recinto
del instituto. Le di las gracias por todo. Quedaban sólo cinco minutos
para que acabase el recreo y yo quería ir un poco con mis amigas para
hacer alguna bobada y que se me arreglase un poco el día. Al ir a
despedirme de Rodri, nos confundimos y nos dimos un pico sin querer.
Rodri se puso rojo y yo creo que me quedé blanca.
-Lore, lo siento… No quería… tú para mi eres sólo una amiga…
-Rodri, ha sido un fallo. Tranquilo. Ya hablaremos ¿vale?


Llegué donde estaban Silvia, Rebe y Yaiza y decidimos entrar en clase
ya.
Nada más entrar vino Pablo de nuevo hacia mí.
-Lorena, tienes razón. Es mejor que me olvide de ti. Que te den,
princesa.
Dios. En este momento no podía odiarle más. Vale, le había dicho yo
misma que me olvidase, pero no sabía si quería que lo hiciese. ¿Hoy me
podía salir algo peor? Sí.


Había sonado el timbre para ir a casa así que cogí mis cosas y salí. En
la puerta estaba Pablo hablando con Diana. Bueno, hablando precisamente
no, estaban abrazándose y… Pablo la besó. Quería ir allí y darles un
guantazo a los dos pero pensé que eran libres de hacer lo que quisieran e intenté convencerme que Pablo no me interesaba. Aun así no pude evitar llorar.
De camino a mi casa escuché a alguien corriendo detrás de mí. Mierda.
Era Pablo y comenzó a gritar mi nombre. Lo que menos me apetecía era
hablarle así que comencé a correr. No había comido nada desde el día
anterior por lo que estaba bastante débil. Noté como me temblaban las
piernas, cómo se me nublaban los ojos. Me desmayé.
-¿Estás bien princesa?- escuché cuando logré abrir los ojos. Pablo, como
no, Pablo.

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